Así sostiene un conocido refrán popular al que adherimos en esta oportunidad. Arranco la edición número 14 del querido para unos y odiado para otros BAFICI, y pese a contar con puntos a favor y en contra solo nos limitaremos a celebrar la feliz oportunidad de tener más cine para disfrutar.
Desde el pasado miércoles 11 al domingo 22 de abril tenemos la oportunidad de ver las más diversas opciones cinéfilas. Y como desde acá los queremos (son nuestros ciber-lectores preferidos) les dejamos nuestras sugerencias a la hora de armar la grilla. No les garantizamos nada, nosotros seremos tan espectadores como ustedes en esta ocasión, pero si les aseguramos que si caen en algún bodrio indigerible nosotros también estaremos allí, padeciéndolo junto a ustedes y dispuestos a recibir baldes de pochoclos por la cabeza.
Un joven con su padre. Un viaje a un lugar aislado para buscar tranquilidad porque el joven sufre ataques de pánico. Una cabaña y un aislamiento. La falta de adaptación del joven urbano al lugar salvaje y como detonante del viaje dentro del viaje aparece una araña grande y amenazante que no es cualquier araña.
Porque confiamos en las actuaciones de Martín Piroyansky y Alejando Awada y por sobre todas las cosas porque el director nos llego al corazón con “Los paranoicos” (2008), apostamos a este film.
ALPS (2011, Grecia) dirigida por Yorgos Lanthimos.
Yorgos Lanthimos en esta oportunidad sube la apuesta del absurdo que ya se veía en su anterior “Dogtooth” (2009) y vuelve a convertirse en un corte quirúrgico en la castigada epidermis de la sociedad griega. Los Alps que dan título a la película son un grupo de cuatro nada fantásticos personajes –un paramédico, una enfermera, una gimnasta y su entrenador– que deciden ofrecer un extraño servicio: acercarse a gente que haya perdido a un ser querido y ofrecerles hacerse pasar por los ausentes. Así es como el grupo –que no habla de sus “suplencias” con nadie que no sea un Alp– muta, al ser contratado, en hijas, maridos, novias o padres.
El juego de rol extremo es la forma de Lanthimos de crear nuevamente una serie de relaciones enfermizas, donde se achicharran no sólo las dinámicas sociales de Grecia sino también la incapacidad humana para poder aceptar algo tan natural como la muerte.
Porque Yorgos nos rompió el cráneo con “Dogtooth” confiamos ciegamente en “Alps”. ¡Es nuestro imperdible del BAFICI 2012!
Frontier es “la única coproducción internacional entre Estados Unidos y Bulbovia (?)”. Ésta es la mejor película que jamás verá hablada en bulboviano (quizás sea la única). Al parecer, la materia prima de Bulbovia, su ingreso bruto –pero elegante en sus historias de dos hermanos que van a la guerra– a la hora del cine es el surrealismo y el absurdo. Superávit hasta podría decirse. Hay aquí ecos traducidos, distorsionados, de los interludios de los Monty Python (también de la novela Froktog, del bulboviano Mulnar Typsthat en la que se basa Frontier; no dejen que la inexistencia del libro los detenga). Bulboviano haciendo de Bulbovia el perfecto lugar donde hacer bulboviadas, como pelear con los vecinos (vacas enojadas) o hacer boxeo con guantes (pollos enojados). ¿Qué más querían de una película irreal protagonizada por cuatro bulbovianos?
Y si, somos amantes del humor absurdo y no lo pensamos disimular. Y los Hnos. Zellner en esta ocasión nos tienen preparada flor de panzada. Porque junto a “Frontier”, también podrás disfrutar de “Goliat” (ver afiche), “Kid-thing” y un programa de cortos más que prometedor.
Mariano tenía todo preparado: la estafa perfecta para conseguir las cosas que faltaban para el compromiso definitivo con su novia. Bueno, parecía perfecta cuando se la contó su cuñado. Ahora, para salirse con la suya, deberá deshacerse del añejo Siam Di Tella que cuida como un tesoro. Los hombres tienen una relación especial con los autos, y Mariano no es la excepción. De pronto se ve teniendo que atender varios frentes: el mantenimiento de las apariencias ante la compañía de seguros, que envía al meticuloso inspector Cicchero; ante su impaciente pero sensata novia; y ante sí mismo y la creciente sensación de que nunca dejará de ser un perdedor. En semejante estado de cosas, que un homeless haya tomado posesión del auto abandonado resulta casi un respiro.
Se trata del primer largo de ficción de los hermanos Levy, que mantienen el humor contagioso de su documental “Novias-Madrinas-15 años” que tuvo muy buena recepción en la edición anterior del festival. Y como nos cayeron muy bien en esa oportunidad esta vez estamos ansiosos por ver con que nos vuelven a sorprender.
Casi nada tarda La memoria del muerto para zambullirse en un clima terrorífico del que no habrá vuelta atrás. Aunque el que se tire, muy literalmente, de cabeza a una pileta vacía en la pavorosa secuencia inicial sea el Jorge del Puma Goity –sí, La memoria del muerto es, entre otras cosas, un raro y notable ejemplo de cine de terror local con actores bien conocidos–.
Pronto entenderemos que esa épica fractura craneal es sólo una pesadilla; pero una que se muerde la cola, porque cuando Alicia (Lola Berthet) despierte, su marido estará efectivamente agonizando. El movimiento de péndulo entre lo real y lo alucinado, entre los fantasmas y los psicópatas, entre la magia negra y los crímenes terrenales va a hacerse cada vez más pronunciado. Hay una carta póstuma convocando a la reunión de aquellos que más quisieron a Jorge; una noche compartida en la casa vuelta sucursal del infierno; rituales misteriosos y apariciones siniestras. Y muchas muertes, efectos especiales logrados y vueltas de tuerca hasta llegar a un sorprendente, si no pensamos en la sangre derramada, final feliz.
“La memoria del muerto” fue la grata sorpresa del último Buenos Aires Rojo Sangre. Por estos lares no abundan los buenos productos con esta tematica, te vas a perder ver de que se trata? Nosotros ya tenemos nuestra entrada.
Cozarinsky concentra el relato de “Ronda nocturna” en una única noche. Esa noche es el marco, en una Buenos Aires a la que parece retornar Víctor (un taxiboy que cumple oficios nocturnos diversos, que hace del tráfico, en un sentido amplio, una forma de supervivencia) después de una ausencia o un largo sueño, para encontrar una ciudad que se ha vuelto fantasmal, paupérrima, quizá peligrosa.
El paso de la noche al amanecer –como en las historias de vampiros– revelará la duplicidad del mundo, la cara realista y la cara fantástica, sin que Cozarinsky deje ver la manera en que lo logra, sin que medien más efectos especiales que un tono que va variando de modo tenue, casi imperceptible. Como en varias de sus películas anteriores, en “Ronda nocturna” el director vuelve sobre una historia de personaje solitario que busca descubrir cuál es su destino, pero da un paso más y lo sumerge en esa telaraña de relaciones que terminan por definir una familia posible. Las criaturas de la noche también padecen la soledad.
Esta es tu oportunidad -si aún no lo has hecho amigo baficero- de descubrir a un gran director argentino. Junto con “Ronda nocturna” se podrán ver en esta edición del BAFICI “… (puntos suspensivos)” y “Nocturnos”, para dedicar a ese costado melancólico y solitario que no queremos esconder.
Killinggänget es el nombre de un grupo de actores suecos, llamados así (“la pandilla del niño-cabra”, literalmente) por un personaje recurrente de sus obras de teatro y programas de televisión. Desde su creación en 1991, los Killinggänget pasaron de practicar un humor a la Monty Python a lo que ellos llaman “comedia marrón”: las risas siguen estando ahí pero también hay dolor y lágrimas, todo surgido de las mismas tragedias existenciales; de la misma impiadosa capacidad de encontrar lo absurdo, la soledad y las miserias bajo la pulcra imagen de la sociedad sueca.
Allá por el 2000, Alfredson se convirtió en el “director oficial” de la troupe y realizó los cuatro telefilms que –sin más puntos de contacto entre sí que cierta insistencia en las relaciones padre-hijo disfuncionales– conforman Four Shades of Brown. Desde la historia del chico que deja sin habla a papá (demasiado literalmente) hasta la del curso de cocina devenido terapia grupal para solitarios, las cosas se van poniendo más serias, más desesperantes, más nudo-en-la-garganta: marrón oscuro, casi negro.
¡Porque si se trata de relaciones disfuncionales allí estaremos!
No podía ser de otra manera. Tras ser musa y compañera sentimental de David Lynch, director que en su primer largometraje, Eraserhead, experimentó con las cadencias del cine mudo con sonido electrónico, Isabella Rossellini no tardó en convertirse en la actriz predilecta de Guy Maddin, el cineasta que mejor ha explorado, en los tiempos modernos, las posibilidades de la expresividad y la fotogenia del cine mudo aplicadas a relatos de narrativa más experimental, documental o desestructurada.
Rossellini está presente en Keyhole, donde el blanco y negro no retrotrae tanto a los primeros tiempos del cinematógrafo, como ocurría por ejemplo en Archangel (1990) o el corto The Heart of the World (2000), sino a una cierta estética del film noir fagocitada por la imaginería propia del director canadiense. Hay ecos de La odisea de Homero, y por lo tanto de The Searchers de Ford, en la historia de un gánster llamado Ulises, quien regresa al hogar tras años de ausencia en compañía de una chica ahogada y un extraño rehén.
¿Por qué te la recomendamos? Porque teniendo tanto fervorosos admiradores como detractores las obras de Guy Maddin nunca pasan desapercibidas. Vea y juzgue por ustedes mismo.
El mundo del trabajo alienado y el mundo de los jóvenes no habían tenido antes, en el cine de Raúl Perrone, una relación tan indisociable como en esta nueva película. Por un lado, la insoportable mecánica de la rutina y la tensión que impone sobre la protagonista, ese espacio esencialmente masculino, y donde la diferencia debe ocultarse a riesgo de ser avasallada. Por el otro, la intimidad entre “la piba” protagonista y “otra piba”, trabajada en un plano pudoroso, de cercanía dialogada más que corporal.
Perrone retorna a su interés por lo doméstico sin costumbrismo y a su mirada siempre viva sobre los “pibes”, que persiste y muta, desde “Labios de churrasco” y “Graciadió,” pasando por “Canadá” y “Bonus Track”. En todo caso, la mayor novedad en Las pibas no está tanto en los mundos que nos muestra, sino en las hendijas y sueños por las cuales le permite respirar a su protagonista, cuya fotogenia y personalidad la hermanan con toda una tradición de jóvenes que imantan la pantalla, desde la nouvelle vague hasta el mejor cine independiente norteamericano.
Recién salida del horno llega la última película del director emblema del oeste del Gran Buenos Aires. Fiel a su estilo, es innegable su capacidad de hacer cine. Eso es lo que nos gusta de Perrone, su mensaje de que se puede hacer películas con lo que tengas a mano, lo único que no te puede faltar es la pasión.
Con este retrato cálido y visualmente ingenioso sobre tres jóvenes inadaptados, Wes Anderson mostró por primera vez su cariñosamente detallada y ligeramente surrealista visión del cine (junto a su coguionista Owen Wilson). Anthony (Luke Wilson), Dignan (Owen Wilson), y Bob (Robert Musgrave) son tres grandes amigos que organizan el delirante, complejo y apenas exitoso robo a una pequeña librería, para luego rajarse. En sus aventuras, Anthony se enamora de Inez, una mucama sudamericana, y se hacen amigos del Sr. Henry, un ladrón local “extraordinaire”.
Filmada en los radiantes paisajes del sudoeste, “Bottle Rocket” es una encantadora y desopilante mirada afectiva a la sinrazón de los soñadores, y la película que puso a Anderson y los hermanos Wilson en el mapa.
No es necesario agregar nada más, Wes Anderson es garantía de confianza.
Y si te quedaste sin entradas, te cansaste de hacer colas interminables, si no queres ver por un tiempo gente con lentes de marco negro grueso y cintas de Cinecolor colgando del cuello pegate una vuelta por el BAZOFI, Primer festival de Rarezas. Más info en http://www.facebook.com/bazofi
Por Dra. Dembo
Por Dra. Dembo