EL PARAÍSO DE LOS SENTIDOS

La Isla Desierta, por el Grupo Ojcuro (Teatro Ciego)


Salir de la rutina que achata y asfixia para acompañar a Cipriano en sus aventuras por el mundo. Esa es la misión principal de la cómica versión de La isla desierta que el Grupo Ojcuro se encuentra presentando en la Ciudad Cultural Konex.


Con el sentido de la vista bloqueado, el oído, el tacto y el olfato cobran una vital importancia. Los actores guían a nuestra imaginación para transportarnos a tierras exóticas de una manera más vívida de lo que cualquier escenografía tradicional podría lograr. Cada espectador se crea una travesía a su medida, sólo moldeada por los estímulos que generan los intérpretes.

La experiencia de presenciar la obra a ciegas comienza desde antes de ingresar a la sala. El espectador llega a su butaca a oscuras, guiado por la voz de uno de los actores y por los movimientos de la persona que tiene adelante. La incertidumbre inicial de no saber qué tan grande es el lugar o a cuánta distancia se tiene a los demás, se ve disminuida de inmediato y, durante el espectáculo, el no estar viendo pasa a segundo plano. Las aventuras de Cipriano, el personal de mantenimiento de la oficina en la cual transcurren los hechos, nos transportan más allá de la oscuridad. El café, los papeles, el tecleo insistente que agobia cada día, se ven reemplazados luego por aromas, sensaciones, sonidos de lugares lejanos como un bote en el medio del océano o un paraíso terrenal con cuerpos desnudos y frutos deliciosos.

La creativa puesta de José Menchaca, junto a un grupo de actores conformado tanto por no videntes como por videntes que se mueven en la oscuridad, tiene el mérito de lograr que el espectador viaje mientras se ríe de manera constante. Es que esta versión de la obra, de ese escritor desenfadado y crítico que fue Roberto Arlt, hace hincapié en la figura de Cipriano. En esta ocasión, el personaje es un cordobés despreocupado que hace gala del humor más característico de su provincia. La gracia desfachatada y natural del actor hace que, por momentos, la puesta abuse en la repetición de ese recurso. Sin embargo, eso no parece molestar a la mayoría del público y las risas no disminuyen. El resultado es una transición muy marcada entre los altos niveles de comicidad de la exótica travesía y la angustiante realidad de los trabajadores oprimidos, representada en Manuel, un empleado que ha pasado sus mejores años encerrado trabajando con números y cree que ha desperdiciado su vida. 

El punto fuerte de esta propuesta es la maestría con la que actores y director manejan la técnica del teatro a ciegas, plasmada en la posibilidad de transportarnos junto a los personajes. El lugar tradicional de la persona que observa el espectáculo que se desarrolla frente a él, se desdibuja. La escenografía sonora permite que las voces y sonidos provengan de diferentes zonas, más o menos alejadas de cada espectador. El público se encuentra así inmerso en la acción. Los personajes aparecen por detrás, por los costados, y por delante de los espectadores. Lo mismo sucede con el mar, un barrio chino, una selva. En este paraíso de los sentidos reconocemos que no hace falta ver para asistir a una aventura. Lo confirma el hecho de que La isla desierta lleva once años en cartel, a sala llena, en diferentes escenarios de nuestro país y el exterior.

La isla desierta, de Roberto Arlt
Con Laura Cuffini, Mirna Gamarra, Marcelo Gianmmarco, Eduardo Maceda, Francisco Menchaca, Juan Carlos Mendoza, Mateo Terrile y Verónica Trinidad.
Dirección: José Menchaca
Viernes y sábados 20.15 y 22.15 hs.
Ciudad Cultural Konex | Sarmiento 3131 | CABA
Entradas: $60

Por Celeste Lera