Es la nueva moda.
No tengo 15 minutos de fama y me los invento.
Los medios han avanzado muchísimo y los famosos y no tanto intentan medir la temperatura de la fidelidad de sus seguidores a través de las redes sociales.
La nueva tendencia es la TWITCAM, que a través de la red twitter permite “interactuar” con el “famoso/conocido/aprendiz de estrella/estrella devaluada/etc.”
Puse interactuar entre comillas porque en realidad la interacción es ínfima, y depende más de lo que el protagonista quiera hacer.
El sistema es así, a través de twitcam el sujeto invita a todos a sumarse a su streaming, uno puede seguirlo directamente o loguearse en la url y realizar preguntas/comentarios que irán apareciendo uno atrás del otro en el panel de mensajes e interacciones.En algunas oportunidades pueden leer al “aire” las mentions o en otra responder las preguntas que se hagan.
Y no hay màs.
Entonces, me pregunto, qué es lo que nos atrae de esto? La posibilidad de acercarnos de alguna manera a nuestros favoritos? Creer que una mención por parte de él/ella nos permitirá “chapear” por un rato?
Son muchos los que han optado por esta modalidad, por ejemplo LEO GARCIA, CHESPIRITO (EL CHAVO), NAZARENA VELEZ, PAULA CHAVEZ, TOMASITO (EL NOVIO DE GUIDO SULLER) etc. Una o dos horas de nada y mucho chichoneo.
Pero hay otras posibilidades, más producidas, como los programas que se realizan a través del streaming.
Caso emblemático “RADIOACTIVO” de DIEGO POGGI, ex productor televisivo y radial quien con mucha soltura y el verdadero entendimiento de las posibilidades de este “medio” armó un nicho poco explorado.
Hoy gracias a la difusión de las redes sociales en los medios tradicionales hasta lo llevan a la tele a contar su experiencia de “RADIO CON IMAGEN” en Baires Directo de TELEFE, el mismo cuenta su experiencia (http://www.youtube.com/watch?v=XKqZHzfxStk) y anuncia cual nostradamus el fin de la radio.
Oportunidades, la twitcam permite el juego de llegar a mucha gente en poco tiempo. Hasta el momento no son muchos los que lograron algo, pero queda mucho por explorar.
Por Rolango Gallego