LA CASA MUDA

No se necesita de grandes efectos especiales para causar impresión y asustar.

 El clima, la tensión, el miedo in crescendo, es lo que hace que una película de TERROR funcione o no. Y no hablo aquí de funcionar a nivel taquilla. Hablo funcionar en el sentido de generar un espanto tan profundo que va más allá de si la taquilla explote o no. 

“La Casa Muda” (Uruguay, 2010) va por esta idea, y la captura en su más profunda esencia. Además, es un filme de bajo presupuesto (costó nada más que U$D 8.000). Tres personajes, una casa abandonada. Ese es el arranque, ese es el final. Una joven (Florencia Colucci) y su padre (Gustavo Alonso) son contratados por un señor (Abel Tripaldi) para limpiar una casa ubicada en las afueras de la ciudad. El caserón está desalojado hace bastante tiempo y ambos tienen que trabajar para dejarla en condiciones para su venta.

 Llegan casi de noche, deben permanecer dentro, al menos ese día, en la planta baja por expreso pedido de quien los contrata. Obviamente no hacen caso y ahí comienza el miedo. EL MIEDO. Sonidos, insinuaciones, quejidos, pasos, bisagras chirriantes, lamentos, respiraciones agitadas, motores de cámaras polaroids, cada cosa que escuchamos mos nos dispara la adrenalina. 

La joven y su padre entran en un espiral de suspenso, espiral que nos atrapa y no nos deja hasta casi el final, final con sorpresa, bien del género, quizás no el mejor, pero sorpresivo. Y ahí a rogar a que de una vez por todas termine la película porque la tortura que ejerce en el espectador es más que opresiva, es asfixiante, es angustiante. 

Luego de los títulos el bonus track. Pero ya estamos relajados, y hasta ese guiño nos parece banal. Uruguay la ha elegido para que represente a su país en la próxima edición de los premios OSCAR. Si repite el camino que viene haciendo, silenciosamente, muda, seguramente ofrecerá una nueva sorpresa.