“HAGO CINE PARA PENSAR, NO PARA ENTRETENER"

Nacido en Ituzaingó, ciudad que aún sirve como escenario de sus piezas fílmicas, Raúl Perrone es a sus 60 años un apasionado del cine. En su haber cuenta con más de 25 largometrajes, filmados en VHS y hasta con cámara de fotos. “El Perro”, no es únicamente profeta en su tierra, su forma particular de contar historias y su decálogo de diez puntos acerca de cómo hacer films lo hicieron reconocido y premiado a nivel internacional.

Desde “Bang- Bang”, en 1990 hasta hoy, Raúl no paró de crear. Tras haber presentado “Las pibas” en el BAFICI, película que también abrió el Festival de cine Lima Independiente en Perú, Raúl Perrone estrenó en el cine Cosmos, su “Tríptico” compuesto por tres de sus producciones : “Lujan”, “Los actos cotidianos” (que participó en la Competencia Argentina BAFICI 2011) y “Al final la vida sigue igual”. Además incluyó una original presentación en DVD, diseñada por él, junto a un libro de 100 páginas, realizado conjuntamente con la Universidad de la Matanza.


Con un andar relajado camino hacia un restaurant para tener una cena post función con sus alumnos y amigos, un espontaneo “Perro” habla abiertamente de su concepto del cine, su forma de trabajo, las críticas, sus inicios y su actualidad. Niega rótulos o etiquetas, se declara amante de su profesión, coherente en su ideología, romántico en sus ideas y se define como “un tipo que hace películas”.

- Presentaste en el cine Cosmos tu tríptico ¿Por qué tríptico y no trilogía?

- Porque trilogía me resulta un término liviano, se piensa que se juntan 3 películas y “pum” sale una trilogía y me parece que con Tríptico me refiero a un cuerpo de obras. Tiene que ver con un concepto de pintura, de estética, de continuidad que son estás tres películas, se pueden ver separadas o juntas y producen un shock mucho más fuerte, porque te habla de todo un barrio. Todo lo soñé como que está ahí, en una manzana dónde todos se pueden cruzar.

- Sos reconocido y premiado en Argentina y el exterior ¿qué te genera eso?

- Los premios, como las tristezas, a mi me duran cinco minutos. O sea está bien un premio es un reconocimiento, pero tampoco me desespero por viajar a festivales de hecho no voy. Éste año que pasó me han hecho 3 cortos retrospectivos en Latinoamérica, está bueno pero no fui. Yo considero que quiero que vayan las películas, ellas hablan por mí de alguna manera. A lo mejor es una postura un poco romántica la mía, pero es lo que pienso y no me voy a torcer de mi pensamiento porque así armé mis obras, con mis pensamientos claros.

-¿Y cómo te inspiras para esas obras?

-Tiene que ver con todo. En “Lujan” lo vi a él y pensé en hacer algo, generalmente cuándo pienso una peli - porque no la escribo- siempre pienso con quién voy a laburar, o sea que ya se de antemano que cara va a tener, que tono va a tener que va a contar.




-¿Y los actores, surgen del barrio?

-Sí. No hago casting me parece una humillación para el actor. Poner a un tipo a que haga monerías a ver si me gusta, una cosa sumamente cruel. El tipo de películas que yo hago requiere de esa gente, no necesito actores para interpreten los papeles, me parece que se da únicamente con ellos.

-¿Es decir que no tenés un orden estricto?

-Pienso películas y ya sé con quién voy a trabajar. A veces juega el azar porque se va incorporando gente que no había pensado y después resulta que está bueno porque a mí me gusta sorprenderme cuando voy filmando. Voy haciendo la película mientras filmo, es un riesgo pero no deja de ser apasionante, porque si tuviera todo pensado me aburriría, por eso no escribo.

-¿Y cómo organizas la filmación?
- Como lo cuento parece caótico, pero a mí me funciona, yo no uso plan de rodaje, no sé lo que es. Yo digo mañana filmo y ya está. A Lujan lo he llamado a las 2 de la mañana y el dije mañana hacemos algo. Les aviso un día antes, pero nunca saben que vamos a filmar y ya no me preguntan porque alguno de ellos ya saben como es, entendieron el juego.

- En 1998 hiciste un decálogo sobre cómo hacer una película, ¿Cómo nació?
-Surgió de la bronca, hay que remontarse al 97, mucha gente se pensaba que hacer una película en video no era hacer cine y empecé a generar una corriente para mostrar una película en cine en VHS cuando nadie lo hacía, por eso los que escribían sobre cine no hablaban de mis films, entonces escribí el decálogo. Después se levantó, sin exagerar, en todo el mundo como un manual de guerrilla, en el buen sentido.

- Incluso lo actualizaste éste año…
- Sí. En ese momento puse laburar con ocho personas, hoy trabajo con 2. Laburar en VHS y hoy le agregué cámara de fotos. Si el sonido es muy limpio ensuciarlo. En aquel momento iba contra la industria, pero planté una bandera para decir se puede, porque el decimo punto terminar la película pase lo que pase y eso lo agarraron mucho pibes dijeron, bueno, si este tipo lo hace muestra un camino.

- ¿Buscas que tu películas dejen algún mensaje?
Pretendo que mis películas sean pensadas, interpeladas, no quiero que vengan a ver las pelis se vayan a comer pizza y se olviden de lo que vieron, quiero que les quede en la cabeza, que pase el tiempo la recuerden.

- ¿Sentís que hoy tenés el lugar que querés?
- Yo soy feliz porque soy el único que decide por mis películas, si no estreno más películas es porque yo cuido mi material, sé cuándo, cómo y dónde quiero mostrarlas. Cuando vuelvo quiero que sea con algo diferente. Mi estreno anterior fue con una exposición de fotos sobre los lugares de filmación y con un seminario de dos días y esta vuelve con una caja de 3 películas y un libro de 100 páginas, cosas que no hace nadie.

- ¿Te queda algo pendiente en cuanto a cine?

- Voy haciendo todo lo que quiero, mis pelis son simples, complejamente cotidianas y todo lo que he soñado lo hice. Éste es mi mayor sueño, mi mayor logro haber hecho lo que sueño.

Por Ludmila Tamara Kölln
DG Ale Muñoz