El color como protagonista absoluto es la primera conclusión a la que se llega al salir de la muestra de Carlos Cruz-Diez.
Un elemento tan importante y cuestionado en el arte como es el color, ha sido la base de las investigaciones teóricas y prácticas del artista. En esta retrospectiva bajo la curaduría de Mari Carmen Ramírez y presentada en el Malba con motivo de los 10 años de apertura del museo se puede apreciar, a través de más de 120 obras, el recorrido realizado por Cruz-Diez desde sus inicios en los años 40 hasta la actualidad.
Transcromía ambiental (imagen)
Otro elemento protagonista de sus obras es el espacio. No sólo el espacio de la obra sino el espacio del espectador, o mejor aún, el espacio que se da como resultado de la unión de ambos. Esto puede verse en sus primeros trabajos pensados para llevarse a cabo en los muros de la ciudad, como por ejemplo Proyecto para un muro exterior manipulable, donde la obra del artista ocupa el mismo espacio que es ocupado por miles de individuos que andan en una ciudad.
También puede observarse en las participaciones en el diseño de espacios urbanos, como plazas o cruces peatonales.
Dentro de las obras expuestas en el Malba, puede identificarse fácilmente la unión del color y el espacio como en Ambiente cromointerferente que se trata de una habitación donde las proyecciones de líneas de colores en diferentes direcciones hacen que el individuo pierda la noción del entorno, sus paredes rectas y las formas que componen al mismo.
En Cromosaturación, un ambiente compuesto por tres cámaras de color al cual el espectador ingresa y experimenta un entorno monocromo que lo envuelve completamente; y también en Transcromía ambiental, que consiste en láminas de plexiglás colgadas, de colores transparentes, que según la luz y el punto desde dónde se observe la obra, dará como resultado distintas combinaciones sustractivas de color.
En los cuadros de Cruz-Diez no hay chances para el espectador estático. Sus obras sólo pueden ser apreciadas desplazándose frente a ellas de un lado a otro, captando las diferentes formas y colores que aparecen y desaparecen, como en el caso de las Fisicromías, y experimentando las posibilidades infinitas que gracias a la luz se da en el color y sus diferentes tonalidades.
(Fisicromía n° 582,
1972, imagen)
La obra se realiza completamente en el ojo del individuo que la observa, éste entabla una relación con el color, su percepción cromática varía y la obra muta en cada posición distinta que el espectador toma frente a ella.
Como dice la curadora Mari Carmen Ramirez en el catalogo de la exposición: “Cruz-Diez nos sumerge en situaciones sin predecente, en las que el color ocurre, convirtiéndose en varias cosas al mismo tiempo: una dimensión insospechada del espacio; una experiencia desbordante en tiempo real; y un medio esencial para re-condicionar y estimular nuestros sentidos.”
El artista nacido en Caracas en 1923, vive en París desde 1960. Al llegar a Europa pudo presenciar el Movimiento Arte Cinético, lo que puede verse como una fuerte influencia en sus trabajos. Ha participado de exposiciones individuales y colectivas en los museos y galerías más importantes de todo el mundo. Ha recibido numerosos encargos por parte de organismos públicos.
Desde la Fundación Cruz-Diez creada en 2005 por su familia y albergada en el Museum of Fine Arts de Houston, Texas, se ha buscado promover las obras e investigaciones del artista como también proteger todos los bocetos, archivos y papeles que pertenecieron a los estudios realizados para elaborar cada uno de sus proyectos.
Si aún no fueron, les sugiero que lo hagan. No siempre se visita una muestra donde el color cobra tanta preponderancia.
Si el objetivo de Cruz-Diez es demostrarnos que el color puede despegarse del plano bidimensional para mezclarse en el espacio y revelarnos que éste es libre y autónomo, definitivamente lo logra.
(Inducción Cromática n°
39, 1971, imagen)
Carlos Cruz-Diez: El color en el espacio y en el tiempo en MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) hasta el 11 de marzo inclusive.