Omnipresente.
Potente.
El poder atraviesa todo y el control también
Y cuando ambos se meten tan adentro de tu cabeza, y estás tan sumergido en su misma lógica, no podés entender qué pasa por otro lado.
El poder se injerta en toda tu piel, comenzás a pensar en nuevas formas de control.
Porque ¿qué es el control sino algo que de a poco va deformando tu ser?
Tus pulsiones, tus secretos, tus más íntimos deseos pasan a un segundo plano.
De esto habla La mirada invisible, película del año 2010 de Diego Lerman, quien encontró en la novela “Ciencias Morales” de Martín Kohan el material perfecto para hablar de una época negra de la educación argentina.
Si bien la trama se desarrolla en el Colegio Nacional Buenos Aires, las autoridades no facilitaron la locación y se eligió otro con estructura similar.
La mirada invisible narra la historia de Maria Teresa, una joven celadora (impresionante Julieta Zylberberg) quien responde al Sr. Biasutto, su jefe (Osmán Nuñez), quien vive obsesionado con el orden y la pulcritud.
Pensando en escalar más alto, la joven arma un plan para continuar vigilando a los alumnos. Nunca cuenta cuál es. Hasta que es descubierta por Biassuto. Encerrada en el baño de varones.
Allí cree que podrá descubrir algo más. Pero se encuentra con otra cosa, con su sexualidad y con la sexualidad ajena.
La película muestra los ochenta, el casi final de la dictadura, la música de Virus, peinados, tragos y drogas. Para María Teresa todo esto le es ajeno, para ella lo único importante es el trabajo.
Con grandes actuaciones, principalmente de Zylberberg, La mirada invisible es ideal para recuperar en estos días de frío y así entender un poco más de nuestra historia.
Por Rolando Gallego